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Sí que tienes un motivo...


Lunes, Martes, Miércoles, Jueves, Viernes...Despertarse, conducir, trabajar, comer, conducir... Corriendo para ganarle tiempo al tiempo y así poder aprovechar ese poco tiempo que tiene el día reservado para ti: Vas a la playa, quedas con un amigo, gimnasio, ver a la persona que amas......Las semanas se repiten una y otra vez, son copias unas de otras...Pasa el tiempo y ya estás por los treinta y pocos, cierras los ojos un poco más y estas sobre los 40, ¿Qué pasara el día que ya no puedas saltar tan alto? ¿El día que tus pies y manos ya no te respondan como antes? ¿Qué tu tacto no sea tan suave y preciso como solía serlo? Cuando la gente ya no recuerde tu nombre, tu gran melena ya no sea tan espectacular...Te falle la memoria y recuerdes las cosas importantes de tu vida con tus ojos llenos de lágrimas que nunca salieron.

La libertad solo tiene un camino nos decíamos meses antes, algo cambia dentro de ti, algo te llama a “hacerlo”, quieres sentirla, ir a buscarla y te da igual lo que dejes detrás de ti, escuchaste de alguien que había encontrado lo que “buscaba” y ahora te plantas y sabes que es tu momento, todo está donde tiene que estar y cada cosa encaja como en un enorme y caótico puzzle que solo tu entiendes y que no para de mandarte señales para que salgas a por “ti”

Somos Beny y Alexis y ya hace un año que decidimos empezar a caminar alrededor del mundo, buscando olas y lugares que nos hagan sentir, lugares que vivan en nuestra memoria por siempre, aun cuando nadie recuerde tu nombre. Poco a poco nuestra oficina se había convertido en nuestro paisaje, el alquiler del piso y el coche en un ancla que se clavaba cada vez más y más al suelo sin dejarnos “volar” como nos pedía nuestro corazón, las señales se nos repetían una y otra vez, poco tiempo paso entre que nos decidíamos, ahorrábamos el dinero suficiente para empezar, despedíamos a la familia y nos montábamos en nuestro primer avión rumbo a África.

Hacerlo nos ha traído sonrisas desconocidas que extrañamente, a miles de kilómetros de cualquier persona conocida, nos parecen familiares y nos reconfortan, las pantallas del ordenador las hemos cambiado por los primeros rayos de sol acariciándonos la cara que nos avisan de que ya paso esa eterna noche a bordo de un ruidoso e incomodísimo Taxi Brusse que acaba de atravesar Madagascar por alguna de sus destartaladas carreteras.

¡!Cuatrocientos treinta y cuatro días viajando¡¡. No podríamos resumir las sensaciones de ver animales jugando salvajes y libres a unos pocos metros de la moto, ajenos al terror que viven otros como ellos en "nuestro" mundo, lo caótico y agobiante que es cualquier estación de India, Madagascar o Sri Lanka, donde millones de busca vidas están ahí para sacarte, siempre de buen rollo, unas cuantas monedas o como de “bonito” se pone el sol en algún spot perdido en la más remota isla de Filipinas cuando solo tu y un grupo de locales están ahí para encarar la fuerza de algún Tifón que paso de largo por el Pacifico, dejando su increíble huella en forma de tubos y paredes imposibles de explicar.

La familia por Skype parece muy lejana, es imposible que no salte alguna lagrima cuando se termina la llamada, sabiendo lo difícil que es a veces poder hablar con ellos. El dinero pesa y se quema de manera proporcional a donde se disparen tus sueños, pero no hace que nos detengamos, siempre hay gente dispuesta a dejarte pasar la noche a cambio de unas horas de ayuda en la granja o a reconstruir las paredes de lo que en otro día fue un “SURF CAMP”, la mejor presentación es y será siempre una gran sonrisa y la humildad del que sabe que está de paso y del que “siente” que SI, QUE SI QUE TIENE UN MOTIVO.

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