Ves señales de que están cerca, sigues su rastro casi sin querer; Parcelas electrificadas para que no entren, bolas enormes de cacas por los bordes de la carretera...Vale, estuvieron por ahí anoche piensas, sigues y te adentras por un camino de tierra que te acerca a la playa donde esta el rompiente que buscas. Pasas por una laguna donde el azul del cielo se refleja de una manera casi perfecta mientras garzas, pelícanos y varanos merodean por la zona casi ajenos a tu presencia y donde el verde de la vegetación de esta época, se mete hasta casi tocar el agua.
Llegas a la orilla de una playa que ya de por si, transmite algo raro, algo distinto a lo que se siente al estar en una playa "corriente", una sensación de estar en un sitio "prohibido", un lugar donde en cualquier momento puede pasar algo increíble, algo extraño.....Te fijas bien y ves huellas enormes y pisadas extrañas en la zona donde el río que viene del mismísimo corazón de Sri Lanka, se mezcla con las aguas cálidas del océano Indico, te vuelves y de nuevo, esta vez en una extraña roca que bordea el mar, ves las mismas marcas que dejó algún elefante valiente y apasionado del mar no hace muchos días, mientras observaba como se ponía el sol en un marco único de vida salvaje en la que es su casa.
(cacas de elefante en la playa)
Cae el sol y decidimos ir a un puente cercano a ver si tenemos suerte y vemos algun elefante que se acerque al río a beber, esperamos un poco y a lo lejos, aparece, uno enorme, solitario que pasa a lado de una manada de bufalos de agua como saludándoles, saltan las alarmas en el pueblo, los locales lo tienen todo controlado para que ninguno entre en sus casas o huertas y les heche a perder todo el trabajo de un año. Los nervios nos invaden pero vamos con ellos a verlo, nos adelantamos, ya es casi casi de noche pero aun hay luz, de repente, en un claro al margen izquierdo de la carretera aparece, el corazon automáticamente se dispara, es enorme. No apagamos la moto por "seguridad" aunque algo dentro de nosotros nos dice que nunca nos haría nada, nos mira, estamos como a 4 metros de el, un enorme macho que busca comer brotes tiernos de los arboles de la carretera, mueve su trompa como si quisiera saludarnos, imposible hacerle una foto con las manos temblando de la emoción del momento, de repente huye bosque adentro y ya solo podemos oír el crujir de los arboles a su paso...
(Elefante minutos antes de encontrarnoslo de frente)
Momentos que seguro nunca olvidaremos y en los que te das cuenta lo frágil de la vida, como dos seres tan distintos sienten tanta curiosidad el uno con el otro, gracias por dejarnos compartir esos minutos contigo, cuídate mucho y sigue siendo tan feliz como nosotros te recordaremos.
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